viernes, 7 de septiembre de 2012

EL VOTO A LOS 16, IGNORANCIAS Y CELEBRACIONES

Una vez más, se pone en evidencia cuanto molesta la ampliación de derechos a algunos sectores de la sociedad argentina.

Lo preocupante de esto, es que algunos dirigentes políticos manifiestan esa misma reticencia, sobre todo si analizamos que su función es precisamente la garantía de los derechos de los ciudadanos que aspiran representar.

En el caso que nos ocupa, son nuevamente los y las jóvenes y adolescentes de nuestro país los que son puestos en duda en sus capacidades.

Mucho se argumenta en la supuesta “incapacidad”, falta de preparación para asumir ciertas responsabilidades, como es votar a los 16 años; dado que como “adolescentes”, parece que “adolecen”.

Lo lamentable es que dicha argumentación pone de manifiesto una profunda ignorancia en varios aspectos.

En primer lugar, es etimológicamente erróneo asociar “adolescente” como derivación del verbo “adolecer”. Algo que debiera llamarles la atención, es que son términos con raíces diferentes, uno se escribe con “sc”, el otro es con “c”. Solo bastaría tomarse el pequeño trabajo de consultar los diccionarios (cosa que pareciera que a varios dirigentes políticos les resulta ajeno en tiempos de ciberespacio).

El Diccionario Etimológico de Joan Corominas, nos ilustra sobre “adolescente”: “…de 1° mitad del s.XV, del latín ‘adolescens’: ‘hombre joven’…”. O sea, nada que ver con “adolecer”, hace referencia a una etapa de la vida del ser humano.

Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Española, define “adolecer”, como “1.Causar dolencia o enfermedad; 3. Tener o padecer algún defecto”. Ninguna referencia a etapas de la vida humana.

Es lamentable que cierta dirigencia quede en evidencia por su vagancia y falta de rigurosidad a la hora de opinar de algunos temas.

Por otra parte, está la ignorancia en el aspecto conceptual y hasta político. Muchos expresan la necesidad de capacitarlos primero, que estén preparados; y luego verán si les habilitan el derecho al voto.

Lo paradójico es que no se cuestionan la misma urgente necesidad cuando se plantea la baja de la edad de imputabilidad. Parece que para sancionar no es necesario “esclarecer” primero esas mentes de las consecuencias de sus actos. Pero les parece IMPRESCINDIBLE cuando se refiere a lo virtuoso de la ampliación y profundización de derechos.

La mirada adultocéntrica hegemónica considera a la infancia y a la adolescencia como una etapa a abandonar, a superar. En contraposición, debiéramos empezar a considerarlas una “categoría social”, tal como plantea el danés Jens Qvortrup desde sus 9 tesis, cuando señala que esa etapa “es una forma particular y distinta a la estructura social de cualquier sociedad”.

En definitiva, la sociedad argentina del siglo XXI, debiera estar en condiciones de celebrar y dar la bienvenida a que nuestros adolescentes y jóvenes se sumen a la adquisición de nuevos derechos y ser parte del destino colectivo que como país queramos.

El debate por el voto desde los 16 años debiera ser interpretado en clave jauretcheana, por aquello de que “conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor”.

Jose E. Machain